Dermatofitosis en perros y gatos
(Parte 1)
Autor: José Recto Cevallos, MVZ
Universidad Central del Ecuador
Posgrado en Dermatología en Línea Universidad Católica de Salta Argentina
Quito-Ecuador
Correo: [email protected]
Resumen
El estudio de las enfermedades dermatológicas en perros y gatos es cada vez más relevante debido a que bajo estadísticas en clínicas se conoce que alrededor del 33 % de las visitas a una consulta están relacionadas con esta especialidad. La dermatofitosis relacionada con el riesgo de zoonosis, obliga a entender y conocer más sobre el tema, para poder minimizar la probabilidad de contagio, tanto para el personal de la veterinaria como para los propietarios de mascotas que padecen este tipo de enfermedad.
El presente trabajo de investigación tiene como objetivo cubrir con los requerimientos de información que los médicos veterinarios necesitan y que, al tratar un caso dermatológico, se ven en la obligación de transmitir su conocimiento para dar una resolución rápida, eficiente y práctica del caso.
Al hablar de dermatofitos es importante dar a conocer que la probabilidad de tener este tipo de enfermedad es relativamente baja y que en nuestro medio estamos acostumbrados a escuchar por parte de los clientes que van a consulta decir que cualquier lesión dermatológica es “sarna u hongos” y casi siempre me pregunto si ya vienen con el diagnóstico a la veterinaria pues tengo el camino fácil y solamente toca escuchar que tratamiento han dado con ayuda del doctor Google, opinar y ¡listo! paciente tratado.
Un estudio en EEUU que detalla las causas de enfermedades de piel en 1407 casos de gatos, reveló que la dermatofitosis era de 45 (2.4 %) del total. En un estudio canadiense se diagnosticó dermatofitosis en solo tres de 419 perros (0.71 %) y en cuatro de 111 gatos (3,6 %) presentados por enfermedad de la piel. En un estudio del Reino Unido, se diagnosticó dermatofitosis en tres de 559 perros (0,53 %) y en dos de 154 gatos (1,3 %). (Coyner, Moriello, Paterson, & Mignon, 2017).
Este tipo de situaciones que vivimos a diario en nuestras veterinarias nos hace pensar que estamos en la obligación de dar un giro al pensamiento de nuestros clientes y educarlos para que cada vez que acudan a nuestro centro ellos nos mencionen que vienen por la lesión de piel de tal manera que nosotros demos las pautas y el camino a seguir para poder llegar a un diagnóstico definitivo.
Con el último preámbulo donde trato de desmitificar a lo que nos tenían acostumbrados hace unos 9 o 10 años en la universidad, donde nos decían que las lesiones por hongos tenían que ser o eran lesiones alopécicas redondas o en “monedas”, cosa que ya entrando en el campo de la dermatología nos damos cuenta que hay otro tipo de enfermedades que pueden tener esta característica.
En Colombia se determinó la frecuencia de dermatofitos evaluando 251 perros, encontrando 33 positivos a dermatofitos (13.14 %). (Álvarez y Caicedo 2001). La prevalencia de dermatofitos en perros clínicamente sanos fue estudiada en la UNAM, se muestrearon 200 perros que asistieron a cinco clínicas veterinarias. Encontrando dermatofitos en 3.5 % (siete) de los casos. (Granjeno 2000).
Entrando en el tema, la dermatofitosis es una infección superficial del tejido queratinizado donde está involucrado las uñas, el pelo y el estrato corneo de la piel. Se conoce tres géneros: Microsporum, Trichophyton y Epidermophyton. Existen más de 30 especies de hongos dermatofitos. Se debe considerar que los dermatofitos en animales de compañía tienen especies zoofílicas y geofílicas. Los hongos zoofílicos, que afectan a animales de compañía y que están adaptados a vivir en animales como hospedadores son: el Microsporum canis (perros y gatos) y Trichophyton interdigitalis anteriormente llamado “mentagrophytes” (roedores, conejos y erizos).
Las especies de dermatofitos geofílicos están asociadas principalmente a la descomposición de queratina del pelo, plumas y cuernos, están presentes en el suelo después que los desechos queratinizados han sido esparcidos por los hospedadores vivos. La mayoría de ellos no son patógenos, pero algunos de estos organismos pueden esporádicamente infectar animales y humanos después del contacto con suelo contaminado. Especies del complejo M. gypseum, son los más involucrados.
Se reportó un caso de dermatofitosis causado por la especie Chrysosporium, en dos gatos que fueron llevados al departamento de medicina interna de la facultad de medicina veterinaria en Estambul. (Dokuzeylul, Sigirci, Gulluoglu, & Metiner, 2013)
Transmisión dermatofitosis
La infección ocurre por contacto con artroesporas (esporas asexuadas que se forman en las hifas de la fase parasitaria) o conidias (esporas sexuadas o asexuadas que se forman en la etapa ambiental en “estado libre”). La infección usualmente comienza en un pelo incipiente o en el estrato córneo de la piel. En general, los dermatofitos no invaden el resto del pelo, puesto que los nutrientes esenciales que necesitan para el crecimiento están ausentes o son limitados. Las hifas se propagan por el pelo y la piel queratinizada para culminar en el desarrollo de artroesporas infecciosas.
La transmisión entre huéspedes, en general, ocurre por contacto directo con un huésped sintomático o asintomático, o por contacto directo o aéreo con sus pelos o escamas de la piel. Las esporas infecciosas del pelo o las escamas dérmicas pueden permanecer viables durante varios meses a años en el medio ambiente. Los fómites, como cepillos y máquinas de cortar el pelo, collares isabelinos, pueden jugar un papel importante en la transmisión.
En una investigación realizada en Brasil para determinar en mascotas la presencia de dermatofitos en su entorno familiar, se observó lo siguiente: Se encontraron dermatofitos en el 69.2 % de los hogares encuestados, el 29.5 % de los lugares / objetos utilizados predominantemente por los tutores (sofá, sillas), el 42.4 % utilizado principalmente por los animales (juguetes, cobijas), el 31.8 % de los pisos y el 50 % de los contactados. (Neves, Paulino, Vieira, Nishida, & Coutinho, 2018).
Las infecciones por Microsporum canis son típicamente debido al contacto con un animal infectado, principalmente gatos. La transmisión desde ambientes contaminados no es una vía eficiente de transmisión. (Coyner, Moriello, Paterson, & Mignon, 2017)
En una investigación realizada en la ciudad de Cuenca donde se determinó la prevalencia en 252 niños, la incidencia de dermatofitos fue del 65,1 %, asociado fundamentalmente al uso de calzado sintético, la vivienda con piso de tierra y la tenencia de animales domésticos. Los resultados en su conjunto indican un elevado grado de infección asociada estrechamente al nivel socioeconómico de los niños y la interacción entre ellos. (Campozano & Heras, 2014)
La mayoría de las infecciones por Trichophyton se sospecha que se deben al contacto con roedores infectados o sus nidos. Los dermatofitos geofílicos, como M. nanum y M. gypseum se adquieren directamente de la tierra y no a través de otro huésped. (Health, 2005).
Patogénesis y respuesta inmune
La forma infecciosa de los dermatofitos es la artrospora que se forma por fragmentación de hifas fúngicas en esporas infecciosas muy pequeñas. La adherencia de artroconidios a corneocitos, se cree que ocurre dentro de 2 a 6 h de exposición. En el 2007, Tabart et al. realizaron un modelo de adherencia altamente eficiente de Microsporum canis, para ello utilizaron una reconstrucción de epidermis inter folicular felina. La adherencia bajo estas condiciones también fue tiempo-dependiente iniciando a las dos horas y con un incremento a las seis horas post inoculación.
Recientemente se ha demostrado que, durante la adherencia de la arthroconidia de T. mentagrophytes a la superficie del estrato córneo, se produce la formación de estructuras fibrilares alargadas que parecen anclarse y conectar el artroconidio a la superficie del tejido. Esto también puede prevenir su eliminación del tejido huésped. Sin embargo, durante la infección de las capas más profundas de la epidermis, las estructuras fibrilares se vuelven más finas y más cortas, cubriendo toda la superficie del artroconidio, que luego muestra una morfología plana.
Esto aumentaría la superficie de contacto con el tejido haciendo posible una mayor adhesión y adquisición de nutrientes. Después de la adhesión, los conidios se endocitaron, lo que sugiere que los dermatofitos tienen la capacidad de invadir las células, ya que las células CHO no son fagocitos profesionales. Se observó un patrón similar en la interacción con fagocitos profesionales (macró-fagos) que median las respuestas inmunitarias, incluso cuando se trataron previamente con citocalasina D para prevenir la fagocitosis.
Después de la adhesión, los dermatofitos deben obtener nutrientes para desarrollarse y sobrevivir, utilizando las macromoléculas presentes en el tejido huésped como fuente de carbono, nitrógeno, fósforo y azufre. No obstante, la selectividad de la membrana citoplasmática impide que las proteínas, el almidón, la celulosa y los lípidos se transportan al interior de la célula. Para que estas moléculas sean utilizadas, es necesario degradarlos en compuestos más pequeños que puedan penetrar las membranas.
Las enzimas hidrolíticas secretadas con diferentes especificidades de sustrato rompen estas moléculas. Por esta razón, la secreción de una gran variedad de enzimas por dermatofitos como proteasas, lipasas, elastasas, colagenasas, fosfatasas y esterasas, son algunos de los factores más importantes durante el proceso infeccioso. Esta maquinaria enzimática es uno de los factores de virulencia mejor caracterizados de los dermatofitos, permitiendo la hidrólisis de los componentes estructurales del tejido epidérmico y el carácter invasivo de estos patógenos.
Entre la gran variedad de enzimas secretadas por los dermatofitos, las enzimas proteolíticas son las más estudiadas, y la importancia de las proteasas queratinolíticas para la patogenicidad está bien establecida. Fue demostrado que las muestras de M. canis aisladas de gatos y perros mostraron una mayor actividad queratinolítica en comparación con muestras de animales asintomáticos e infección crónica inducida en cobayas, lo que sugiere una relación directa entre la actividad queratinolítica y la patogenicidad de este dermatofito.
La queratina es una molécula de proteína fibrosa de alto peso molecular, rica en cisteína, cuyos puentes disulfuro y enlaces de acetamida garantizan su estabilidad. Esta proteína es producida por humanos y otros animales y es el componente principal de la piel, las uñas y las conchas, y tiene la función de proteger y cubrir.
Las queratinasas secretadas por los dermatofitos catalizan la degradación de la queratina presente en el tejido del huésped en oligopéptidos o aminoácidos que luego pueden ser asimilados por el hongo. Sin embargo, estas enzimas no pueden actuar antes de la reducción de puentes disulfuro dentro de la red compacta de queratina que constituye los tejidos queratinizados. Recientemente se ha sugerido que en T. rubrum esta reducción depende de una bomba de eflujo de sulfito, codificada por el gen TruSsu1, que pertenece a la familia del transportador de resistencia / dicarboxilato de telurito (TDT).
La secreción de sulfito por este transportador permite la escisión de la cistina presente en la queratina en cisteína y S-sulfocisteína, haciéndola accesible a la acción de endo y exoproteasas y trabajando, al mismo tiempo, como una ruta para la desintoxicación. Se piensa que las enzimas proteolíticas degradan los componentes proteicos de la piel, ayudando en el proceso de penetración en el estrato córneo.
Por lo tanto, los dermatofitos deben producir y secretar proteasas en respuesta a la presencia de los componentes de la matriz extracelular epidérmica durante la invasión tisular. La inducción de estas proteasas puede contribuir al potencial de estos hongos para degradar los componentes de capas más profundas de la piel, como la elastina dérmica, individuos inmunocomprometidos.
Algunos autores sugieren que las proteasas secretadas por los dermatofitos facilitan e incluso son necesarias para una adhesión eficiente de estos patógenos al tejido del huésped. El patrón de proteasas secretadas por dermatofitos posiblemente determina la supervivencia del hongo en el tejido del hospedador y la evolución de la infección, no solo proporcionando nutrientes a pesar de la barrera de la queratina, sino que también desencadena y modula la respuesta inmunitaria. Se sabe que cuanto más graves son las lesiones (infección aguda), más rápida es la resolución de la infección; por lo tanto, las queratinasas y el daño tisular que provocan pueden desencadenar la respuesta inflamatoria y, en consecuencia, activar la respuesta inmune.
Se ha informado que la actividad proteolítica se suprime en T. rubrum, entre otros factores, por la disponibilidad de aminoácidos libres, y que las proteasas con actividad óptima en pH ácido son factores importantes de virulencia de los dermatofitos. En 2004, se propuso un modelo de regulación de enzimas proteolíticas por pH neutro durante el proceso infeccioso de las dermatofitosis. En las primeras etapas de la infección y en respuesta al pH ácido de la piel humana, el patógeno elimina la síntesis de queratinasas y proteasas no específicas que tienen una actividad óptima en el pH ácido.
Actúan en sustratos, queratínicos o no, produciendo péptidos que se hidrolizan a aminoácidos, que son utilizados por el hongo como fuente de carbono, nitrógeno y azufre. La metabolización de algunos aminoácidos promueve la alcalinización del microambiente del huésped, lo que lo hace adecuado para la acción de las queratinasas con una actividad óptima en pH alcalino, lo que permite el mantenimiento de la infección.
Se demostró que T. rubrum responde rápidamente a los cambios en el pH neutro mediante la modulación de su perfil de expresión génica. Esta maquinaria metabólica permite a los dermatofitos utilizar proteínas como fuente de nutrientes en un amplio espectro de pH. Esto hace posible la completa instalación, desarrollo y permanencia del dermatofito en el tejido del huésped.
También se demostró que T. rubrum codifica una proteína homóloga al regulador transcripcional pacC (Aspergillus nidulans) / Rim101p (Candida albicans), que forma parte de la vía de señalización del pH neutro, cuya transcripción es autoinducida. El linaje pacC de T.rubrum, que tiene este gen inactivo, se redujo su capacidad infecciosa cuando se cultivó en fragmentos de uña humana, lo que se correlaciona con una fuerte reducción de la actividad queratinolítica. Estos trabajos sugieren que el desarrollo de la queratina y la consiguiente degradación de esta proteína están regulados de alguna manera por el gen pacC, que interfiere con la secreción de proteasas con una actividad óptima en pH alcalino.
Además, las vías de señalización y monitorización del pH podrían considerarse factores de virulencia de los dermatofitos, permitiendo el desarrollo y mantenimiento de la infección. Otros componentes importantes que se encuentran en el tejido del huésped son los lípidos, que también son el objetivo de las enzimas extracelulares de hongos en la patogénesis de las dermatofitosis. Los estudios han demostrado que los dermatofitos Epidermophyton floccosum, M. canis, T. Mentagrophytes y T. rubrum muestran actividad lipolítica cuando se cultivan en diferentes fuentes de agar lipídico, lo que confirma la secreción de lipasas y fosfolipasas por estos dermatofitos.
Una vez en el tejido del huésped, los dermatofitos o sus metabolitos inducen una respuesta inmune innata por los queratinocitos, activando así los mecanismos de respuesta inmune o mediadores. Sin embargo, la respuesta inmune en las dermatofitosis es poco conocida, involucrando mecanismos inespecíficos, así como el desarrollo de una respuesta humoral y celular.
Los estudios informan que los individuos infectados con Trichophyton pueden mostrar una reacción de hipersensibilidad inmediata o tardía en pruebas de sensibilidad, lo que demuestra la existencia de una dicotomía de respuesta inmune en el caso de las dermatofitosis. Actualmente se acepta que la respuesta inmune mediada por células es responsable del control de la infección, ya que algunos pacientes desarrollan una infección recurrente y crónica cuando se suprime esta respuesta celular.
Los queratinocitos son las células más numerosas en la epidermis, que forman una barrera física contra los microorganismos y median la respuesta inmunitaria. Estas células secretan varios factores solubles capaces de regular la respuesta inmunitaria, como los factores de crecimiento (bFGF – Factor de crecimiento de fibroblastos básico, TGF-a – Factor de crecimiento transformante; TGF-β; TNF-α – Factor de necrosis tumoral), interleucinas (IL-1, IL-3, IL-6, IL-7, IL-8) y factores estimulantes de colonias – CSF. Queratinocitos estimulados in vitro durante 24 horas con tricofitina, un antígeno de Trichophyton, secretan altos niveles de IL-8, un factor quimiotáctico para los neutrófilos, que posiblemente facilite la acumulación de estas células en el estrato córneo.
Por lo tanto, los queratinocitos pueden producir factores quimiotácticos como la IL-8 y el leucotrieno B4 en respuesta a estímulos apropiados y conducir a una respuesta inflamatoria en las lesiones dermatofíticas. La adición de una solución de filtrado de T. mentagrophytes o cultivo de T. rubrum al cultivo de queratinocitos también aumenta la secreción de bFGF e IL-1a por las células epidérmicas. (32)
Además, los niveles de IL-1a inducidos por T. mentagrophytes fueron más altos que los inducidos por T. rubrum. Esto corrobora las observaciones clínicas de los casos de dermatofitosis, en los que las infecciones agudas, como las provocadas por T. mentagrophytes, se caracterizan por la acumulación de neutrófilos en la epidermis, mientras que las infecciones causadas por T. rubrum son crónicas y se caracterizan por un infiltrado mononuclear.
Los estudios sobre la interacción huésped-dermatofito muestran que varios factores contribuyen a la intensidad y la gravedad de las infecciones, y que la inducción de la respuesta inmune por parte de los queratinocitos también influye en la respuesta inmune que controla específicamente la infección. Sin embargo, los mecanismos moleculares implicados en la adaptación del dermatofito al huésped y la naturaleza de las respuestas inmunitarias que controlan las infecciones por dermatofitos no se comprenden con claridad.
Los modelos de infección utilizados en estudios moleculares sobre interacciones huésped-dermatofito son limitados, y la evaluación de la infección in vivo está restringida a especies zoofílicas, ya que se sabe que ocurre una curación espontánea o incluso la ausencia de colonización por especies antropofílicas. Una alternativa ha sido el uso de medios de cultivo que contienen moléculas del microambiente del huésped, como la queratina y otras proteínas, que delinean el perfil de la expresión de genes y proteínas de T. rubrum en el uso de estas moléculas como fuente de nutrientes.
Estos estudios de investigación han contribuido a una mayor comprensión de las estrategias moleculares de los dermatofitos, ya que utilizan las moléculas del huésped para sobrevivir. Estos estudios también revelan genes interesantes que deben evaluarse como nuevos objetivos para el desarrollo de fármacos antifúngicos. (Texeira, Rossi, Albuquerque, & Martinez, 2010).
Signos clínicos
La presentación general de la dermatofitosis en animales es una alopecia regular y circular, con margen eritematoso y descamación delgada. El prurito generalmente está ausente, aunque se describe en una proporción notable de animales en algunas encuestas. Las lesiones pueden ser únicas o múltiples y se localizan en cualquier parte del animal, aunque la parte anterior del cuerpo y la cabeza parecen estar más involucradas. Por lo general,
hay una propagación centrífuga de las lesiones. Las lesiones múltiples pueden fusionarse, mientras que generalmente se observa una curación espontánea en el centro con recrecimiento de los pelos.
Kerion (dermatofitosis nodular) es una reacción edematosa nodular y redonda a la infección por dermatofitos, con un parche de alopecia en escamas eritematosas, caracterizada por una dermatitis granulomatosa a una inflamación pirogranulomatosa profunda. En animales es causada principalmente por las especies de dermatofitos M. gypseum, M. canis y T. mentagrophytes. Ferreira et al. Describió un kerion de M. gypseum que causó una lesión circular en la fosa nasal en un Dachshund, el primer informe de caso en Brasil. (Antonella, Márcia, & Isabel, 2014).
Se han reportado lesiones similares al micetoma, principalmente en Gatos persas, en los que se desarrolla el dermatofito en la dermis y en el subcutis. En el examen, son visibles nódulos cutáneos simples o múltiples, firmes y no dolorosos a la palpación, que suelen estar situados en la parte posterior, cuello y cola. La piel del nódulo se oscurece con un color azul o violáceo, sin alopecia ni eritema. La fistulización del nódulo es posible. (Antonella, Márcia, & Isabel, 2014).
Los nódulos se observan más comúnmente en la zona dorsal del tronco y en la base de la cola. A veces los gatos afectados pueden exhibir lesiones dermatofíticas superficiales en otras partes del cuerpo. Se especula que la aparición del pseudomicetoma estaría asociada a una alteración del sistema inmune, que se produciría cuando una porción de epidermis -incluyendo pelos- se desprende tras la generación de una respuesta a cuerpo extraño generada en la dermis profunda. El pelo será reabsorbido pero los elementos micóticos permanecen por largos periodos. El hongo no prolifera en la dermis pero es secuestrado en forma pasiva y persiste durante un periodo prolongado de tiempo (granuloma de Majocchi). (Tonelli, Duchene, Loiza, Scarpa, & Reynes, 2016)
Revisa la segunda parte ¡Aquí!
Dermatofitosis en perros y gatos (Parte 2)
Revisa: Zoonosis en perros y gatos